Las mujeres tenemos el mismo derecho que los hombres a ser tontas y ministras. Cierto. Pero también podemos exigir hoy en día ser ascendidas a puestos de responsabilidad a través de los mismos criterios que nuestros colegas. Y como Zapatero no ha escogido a Rubalcaba para ser titular de Interior por la imagen garbosa que ofrece por televisión cuando pasa revista a las tropas de la Guardia Civil, resulta sospechoso que nos haya colocado a Carme Chacón como ministra de Defensa para que los tres Ejércitos rindieran honores a su blusón premamá en los telediarios. Porque luego, cuando se pasa el efecto de esa imagen, lo que tenemos es a una representante ante la OTAN que no se entera bien ni de cuando hay que retirar las tropas de Kosovo ni si se desarticulan o no comandos espías de Israel.
Tampoco escoge el presidente a los ministros de Educación, de Trabajo o de Justicia, tan feos y tan creciditos los tres, para demostrar que cualquier joven bien agraciado puede tener asiento en la mesa de su Consejo. Eso lo reserva para la Igualdad, cuya consecución está a cargo de una muchacha de cortas luces que si no tuviera melena rubia y un buen grado de desparpajo jamás sería miembro del Gobierno de España después de declararse incapaz de distinguir entre un ser vivo o un ser humano. Y qué decir de Leire Pajín, que según Alfonso Guerra está haciendo que el mismo Pablo Iglesias se revuelva en su tumba. Solo un presidente muy machista es capaz de seguir nombrando mujeres florero que tan mal nos dejan a todas las demás «miembras» de su género.