05 abril 2010

EDITORIAL DIARIO ABC

Fiel reflejo de la irritación creciente de una mayoría social, el PSOE ve tambalearse su hegemonía histórica en algunas comunidades autónomas

El PP está en condiciones de ganar las elecciones autonómicas en Castilla-La Mancha. De acuerdo con el sondeo que hoy publica ABC, los populares obtendrían una ventaja de 0,8 puntos sobre el PSOE, y ello les permitiría conseguir un diputado más que su adversario (veinticinco frente a veinticuatro), lo que supone la mayoría absoluta en una comunidad rigurosamente bipartidista.


Si se confirmara la hipótesis, sería un hecho histórico en la política regional después de veintiocho años de gobiernos socialistas, primero en la larga etapa de José Bono y ahora con José María Barreda. En todo caso, resulta espectacular el avance que consigue María Dolores de Cospedal si se tiene en cuenta que el PSOE ganó las anteriores elecciones por nueve puntos de ventaja.

De hecho, según la encuesta, el PP gana en todas las provincias, cuando en las elecciones anteriores sólo había obtenido la mayoría en Guadalajara. Es lógica la preocupación en Ferraz ante la eventualidad de perder en uno de los feudos históricos del socialismo, si bien es cierto que los líderes regionales—tanto Bono como Barreda— siempre han resultado incómodos para el aparato del partido.


A la vista de la igualdad más que previsible en las urnas, cobra especial importancia la reforma de la ley electoral autonómica que sacó adelante en solitario el PSOE y que está recurrida ante el Tribunal Constitucional. En virtud de la nueva normativa, Ciudad Real se convierte en la circunscripción decisiva, al ser la única que elige un número impar de diputados.

Aunque también en este caso se demora en exceso la sentencia del Alto Tribunal, sería muy deseable que las elecciones se celebraran al amparo de una ley cuya constitucionalidad estuviera acreditada. Debe tenerse en cuenta que es perfectamente posible que el PP gane en votos y pierda en escaños a consecuencia del nuevo sistema, lo cual puede generar problemas de legitimidad ante los ciudadanos aunque se ajuste a la legalidad vigente. Sea como fuere, el PSOE empieza a perder su condición
de partido hegemónico en algunos feudos históricos, como Andalucía o Castilla-La Mancha, fiel reflejo del desgaste propio de unas etapas que se prolongan en exceso y también de la irritación creciente de una mayoría social.

Dadas las circunstancias, Rodríguez Zapatero se convierte más en un problema que en un activo para los candidatos regionales, y por ello es lógico que Barreda trate de desmarcarse en cuanto tiene ocasión para ello.


Editorial del Diario ABC. 4-4-2010